viernes, 19 de enero de 2007

Hipocresia y malas formas


Es increíble hasta que punto la gente puede llegar a ser irritante, inmoral y absolutamente desconfiada, aunque más bien se podría decir hasta que punto llega a ser la sociedad irritante entre unos y otros, entre gente con las mismas necesidades y las mismas inquietudes.

En definitiva se trata de la tolerancia de una persona para comprender a otra, o de la cara dura que una persona es capaz de derrochar para hacerle la vida imposible a otra o aprovercharse de los que si derrochan comprensión.

Todo el que esté leyendo estará recordando alguna historia que le haya ocurrido a sí mismo, y si aún no estas cayendo en el fondo de estas letras, piensa en aquella vez que diciendo la absoluta verdad, el que te escuchaba te tomaba por el más grande de los embusteros.
O en aquella otra vez en la que mientras tu ponías lo mejor de ti al hacer algo, algún otro se adjudicó lo que no era suyo.

A veces pensando, creo que la naturaleza humana es la culpable de ello, y es lo que hace que se verifique la Teoría de la Evolución de Darwin y la supervivencia del más fuerte. Y que la sociedad no está pensada para cohabitar en colaboración mutua, si no que es todo una burda ficción utópica puesta ahí precisamente para autoengarñarnos a nosotros mismos.

Pero eso sería demasiado cruel, pensar eso sería ponernos a la altura de meros animales irracionales. Por eso prefiero pensar simplemente que hay gente con verdadera devoción a ser mal pensado y bien aprovechado.

No obstante, mi posición en cuanto a encontrarme esas situaciones no será la de justificar, porque simplemente no lo aguanto. Y no dude nadie que cuanto más se entre en el trapo de los juegos de este tipo de personas peor será para el correcto y tolerante.

Por si ahora alguien se pregunta a que viene semejante parrafada pesimista, pues no ha sido ni más ni menos porque me topo con gente así y no paro luego de darle vueltas a mi cabeza en la jugada que hacen o me hacen, y al final es todo una pérdida de tiempo.

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