domingo, 4 de febrero de 2007

Racionalizacion abstracta

El mundo, en muchos sentidos si no son todos,depende de la concurrencia más amplia. Cada suceso natural es resultado de otra serie de acontecimientos, y casi nada ocurre por sí mismo. Las casualidades son realmente un abanico de colores que se van reproduciendo poco a poco, pero que al final ocurren en un lugar y momento precisos porque asi lo dicto una concurrencia anterior. Y por supuesto, a partir de un color, se puede predecir el tono del siguiente.


En lo social los parámetros esenciales son los mismos pero además entran otros en juego, como por ejemplo el concepto verdad, lo lucrativo, lo bueno y lo malo, etc. De forma que al final la concurrencia y el resultado, aunque más complejos, pueden ser los mismos pero más alejados de los desencadenantes iniciales.

En este ámbito de factores nuevos, cabe preguntarse sobre la subjetividad de cada uno de ellos, pues si asumimos de que todo el mundo persigue lo que entiende por bien, y asumiendo que el bien del grupo es muy semejante para cada individuo, y que el bien individual está basado en el egoismo y es también común para todos, aunque no sumatorio, ¿no deberían todos los sucesos apuntar a un mismo fin? Y las discusiones entre individuos ¿deberían no llegar más allá de las decisiones individuales?

Si esto no es así puede ser por dos razones:
  1. bien cada uno de nosotros, y yo mismo al escribirlo, somos demasiado insignificantes para ver el posible sentido de las cosas.
  2. bien las suposiciones asumidas no son verdaderas.
Y si las suposiciones de acerca del bien no son verdaderas, quiere decir que cada uno podemos tener un concepto completamente distinto del bien y de la verdad, y que realmente entonces esos conceptos no entran en juego a la hora de la concurrencia y el resultado, pues tantos conceptos distintos de bien y verdad concurrentes entre sí se anularían.


Todo esto suena un poco a las divagaciones en la película de Matrix, y aunque no viene al cuento, pensemos por un momento que efectivamente está el resultado de los acontecimientos ya escrito. Nuestras decisiones tal vez no tengan efecto alguno en sí mismas, pero nuestro ser (nuestra influencia, nuestra presencia, nuestra opinión... según sea el caso), y cuando digo nuestro ser me refiero a un individuo cualquiera, es necesaria para el resultado preseleccionado. Estamos pues en un equilibrio de influencias, del que nadie sabe hasta que punto la influencia de un suceso es determinante, pero que sin duda lo es.

Muy probablemente, y según el principio de indeterminación de Heisenberg, la lectura de este texto ya esté alterando la concurrencia en vosotros, sin saber cual sería la anterior.

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