sábado, 18 de agosto de 2007

Agosto, dulce agosto

Despues de unas vacaciones, más o menos merecidas, la vuelta a la rutina es de vez en cuando esperada, necesaria, porque se llega a tal punto que las vacaciones y el no hacer nada aburre.

En mi caso, me di una vuelta por Ibiza y Menorca, y he de decir que Ibiza me decepcionó. No esperaba de tal isla y de esa capital de provincia encontrar tal dejadez y abandono, nada correspondido con la fama turística de la isla, o la que debiera tener como zona costera que es. Muy al contrario, existen zonas, calles y playas descuidadas, descampados abiertos sucios, casas sin ocupar desde hace tiempo, inexistente paseo marítimo con la piscina de hoteles ocupando el que sería su lugar... No obstante, desplazandose un poquito se pueden disfrutar de bonitas calas.

Pero claro, Ibiza también es famosa por sus discotecas. Discotecas llenas a rebosar a partir de las 2 de la madrugada, con precios de entrada descontrolados (40, 50, 60€ sin consumicion) y con una seguridad (a mi entender) escasa.



Visité Pacha y Amnesia. Me gustó más Amnesia, mejor sonido, más amplia, menos recovecos y laberintos, incluso mejor acceso y aparcamiento. Pacha es tan solo una casa payesa con muchas telas colgando del techo, muchos sitios reservados y muchas puertas y escaleras. Ah, bueno, por supuesto, británicos por todos lados.

En Menorca la cosa cambia. Es un sitio más tranquilo, hay menos turismo exterior y menos turismo nocturno. Zonas y accesos más cuidados, cesped por doquier, carreteras terminadas y señalizadas, iluminaciones de cuento... Sin embargo allí hay que saber menorquín para ir a mear. Personas que son incapaces de hablar todo es castellano, y niños que tienen vergüenza de hablar español y tratamiento distinto para quienes son autoctonos menorquines que para quienes son "inmigrantes" peninsulares.

No me quiero imaginar Cataluña.

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